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  • Foto del escritorLOS TRANSFERENCISTAS.

El dibujo como germen de la pintura. Por Abram Bravo Guerra

El dibujo está en la base de la pintura de Lacho. Hablamos de una línea que se quiebra, ondula, gira en espirales mecánicas, vuelve sobre sí misma y, en estos giros morfológicos, configura a su antojo las áreas de color. No es de extrañar, entonces, encontrar en sus dibujos el germen de esta pintura.

Y no hablo de ellos como bocetos, sino como indagaciones, paralelas y constantes, que construyen la personalidad formal de su obra. Van desde enunciaciones muy estilizadas y sugerentes, poco más que par de líneas entrelazadas; hasta constructos amorfos y enrevesados -una especie a medio camino entre orgánico y mecánico- en los que se siente la fuerza de la sombra, la intención de la profundidad y el dominio seguro de las potencialidades expresivas del carboncillo o la plumilla. Otras veces, el dibujo se convierte por sí solo en un pariente monocromo de sus cuadros: se entiende lo suficiente hábil para recrear las sensaciones pictóricas en modulaciones tonales de negro, eso partiendo del mismo estándar en construcción y movilidad de las líneas.

Todo lleva a entender que el dibujo, para Lacho, es más que un ente relacional o un soporte diferente, con sus propias potencialidades y deficiencias. De hecho, creo más certero asumirlo como parte de un proceso creativo del que es -posiblemente- la pieza fundamental.


Abram Bravo.
























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